En un pasado lejano...
"Estoy haciendo todo lo posible por seguir adelante, James, pero me siento cada vez más sola. Los vecinos del pueblo tienen buenas intenciones, pero no saben qué hacer con una joven viuda. Cuando les digo que tengo que volver a la cabaña, veo alivio en sus miradas. Como consecuencia, voy al pueblo cada vez menos, y desde luego ellos no vienen aquí a verme."
Mary deslizó ligeramente sus dedos sobre la corteza del arce preferido de James y sonrió hacia el lugar donde le había enterrado.
"Pero resistiré. He superado un frío invierno y he superado un caluroso verano. No te preocupes, esta me ha afectado más porque el otoño siempre fue tu estación preferida. Te amo, James."
El camino de vuelta a su cabaña atravesaba un espeso bosque. Antes de formar un hogar con ella, James siempre había vivido en la frontera, y necesitaba estar algo apartado del resto de la civilización. Así que habían levantado una pequeña granja en el bosque y se asentaron allí. Estaba orgullosa de lo que habían construido juntos, los dos solos, y prácticamente todos los rincones de este lugar le evocaban buenos y bellos recuerdos. Pero, al enfrentarse a un futuro solitario que aparentemente duraría mucho más que su cortísima vida juntos, se preguntaba si no debería trasladarse y empezar de cero en otro sitio.
Cuando llegó a la puerta de su cabaña, se le erizó el vello de la nuca. Algo iba mal, pero tardó unos instantes en percatarse de qué era. Silencio. El bosque se había quedado en silencio. Entró rápidamente y agarró la herramienta ultraespecial que tanto había emocionado a James. Luego volvió al porche, se sentó en la mecedora y posó la herramienta en su regazo, donde quedaría oculta en los pliegues de su vestido de labor.
No tuvo que esperar mucho a que el motivo de esa perturbación hiciera acto de presencia. Jacob Boyer, un hombre corpulento con poco pelo y una cara que siempre parecía ceñuda, salió caminando despacio de entre los árboles y entró en el claro de Mary, casi sin resuello. Mary agarró la herramienta con más fuerza para evitar que le temblara la mano. Aunque el corazón le latía a toda velocidad, trató de que su voz no reflejara el terror que sentía mientras decía, "Buenas tardes, Jacob. ¿Qué le trae por aquí?"
"Mary," contestó él. "¿Le importa si paso a verla?"
Sin duda, a ella le importaba. "Preferiría que no lo hiciera, Jacob. Como sabe, estoy aquí sola."
Él se detuvo un segundo, y luego dio un paso adelante. "Venga, Mary. ¿Después de que he venido hasta aquí?"
"No recuerdo haberle invitado, Jacob..."
Él volvió a detenerse, y luego a dar otro paso. "¿Y qué es lo que le preocupa? Soy un hombre respetado en el pueblo."
"Hay algo extraño en eso, Jacob. No voy mucho al pueblo, pero aun así he oído los rumores. He oído uno particularmente repugnante sobre Sarah, la esposa del banquero. Parece que, cuando su esposo estaba de viaje de negocios, ella se acostó con otro hombre, que la hizo gritar. Y no por algo bueno, ya me entiende."
Jacob esbozó una débil sonrisa, y dio otro paso hacia ella. Mary inspiró profundamente mientras su corazón daba mil vueltas de campana. "Cuando George llegó a casa, la encontró atada y desnuda, desangrada por una puñalada en las tripas."
Jacob dejó de detenerse a cada paso y empezó a caminar lentamente hacia ella. "¿Y qué tiene que ver todo eso conmigo?"
"Se rumorea que fue usted quien la violó y la apuñaló."
Él sonrió y aceleró el ritmo. Cada paso que se acercaba hacía que el corazón de Mary latiera más deprisa. Lo único que Jacob dijo fue, "Entiendo." Eso no era una confesión, pero cualquier persona decente por lo menos habría protestado al ser acusado de un acto tan horrible.
"Y no he podido evitar fijarme en que, para esta amable visita suya, se ha traído una soga y un cuchillo."
El hombre ya había cruzado la mitad de la distancia entre los árboles y su porche. "Es verdad. He traído todo eso."
Mary frunció el ceño. "Es una pena, Jacob. Mi James ya lleva muerto más de un año. Una mujer tiene sus necesidades, igual que un hombre. Tal vez hubiera consentido acostarme con usted. Pero preferiría que no me destriparan."
"Bueno, la verdad es que el consentimiento no es algo que me guste demasiado, Mary. Y Sarah no fue la primera."
"Sí, los rumores apuntan a que la joven Emma, la hija de Paul y Marion, corrió la misma suerte, aunque nunca encontraran su cuerpo."
Él ya había llegado prácticamente al porche. "Nunca lo encontrarán."
"Le pediré que se detenga sólo un segundo, y piense en algo, Jacob."
Obediente, el hombre se detuvo y la sonrió. "¿Qué pasa?"
"El pobre maridito de Sarah era banquero. ¿Qué podría haberle enseñado? ¿Cómo contar el dinero? Y Emma era una adolescente. No sabía nada de nada. Pero mi James vivió en la frontera. Me enseñó a tratar con depredadores."
"Sí, ¿verdad? ¿Y qué le enseñó, bella Mary?"
Como respuesta, Mary se levantó y sacó la herramienta de James de su regazo. Era la herramienta más fantástica y novedosa de la que nadie hubiera oído hablar, importada directamente desde Europa. Una pistola de chispa. No le dio tiempo a Jacob a que dijera nada. Ella tampoco dijo nada. Simplemente le pegó un tiro en la cabeza.
"Lo hice justo como tú me enseñaste, amor mío. Esperé a que estuviera tan cerca que no pudiera fallar. Lamento haberte criticado por gastarte tanto en esta herramienta. Ojalá hubieras comprado dos..."
Mary se apoyó sobre el arce y suspiró.
"En cualquier caso, tiré su cuerpo al río. ¡Fue un trabajo duro! Pero vi cómo se lo llevaba la corriente. Ahora será el problema de otro. No puedo evitar..."
Un luminoso destello interrumpió a Mary. ¿Había sido un rayo? El cielo estaba despejado y no había habido truenos. Entonces la mujer oyó un horrible quejido, como el de un animal herido. Venía de la misma dirección que el fogonazo.
Más allá del alarido del animal, el bosque estaba en silencio. Pero Mary no sentía miedo. Si había algo sufriendo, tenía que intentar ayudar. Salió corriendo hacia el origen del sonido, aunque era incapaz de asociarlo a nada que hubiera escuchado antes. Y, a pesar de que no tenía ni idea de lo que podría encontrarse, lo que vio la sorprendió.
En un pequeño claro, dentro del cual había un círculo de setas, encontró a un hombre tumbado boca arriba, en el centro de una zona donde los arbustos parecían haber sido apartados de golpe. Un gato doméstico blanquinegro maullaba hacia el hombre y para todo aquel que quisiera escucharle. El hombre vestía unas finas ropas muy extrañas, de colores que Mary ni siquiera sabía que existían, y apretaba un libro grande contra su pecho como si le fuera la vida en ello. Uno de los colores que Mary sí reconoció era el rojo, y la mancha en el costado de la camisa se hacía cada vez más grande.
"¿Señor? ¿Está herido?" Mary corrió hacia él. El hombre no respondió, pero el gato siseó amenazante. Mary le dijo al gato, "No sé si es tu dueño o tu cena, pero voy a intentar ayudarle igualmente, por mucho que me sisees." Estiró el brazó y le tocó cautelosamente el costado. La ropa era increíblemente suave, pero también estaba húmeda. El dedo de Mary se tiñó de rojo. El hombre estaba sangrando, sin duda. "¿Señor?" Le agitó un poco y alzó la voz, "¡Señor! Necesito que se despierte."
Sus ojos se abrieron de golpe, y jadeó. Obviamente dolorido, miró a Mary y dijo algo en un idioma que ella no comprendió.
"Voy a levantarle la camisa y a mirarle la herida, ¿de acuerdo?"
Él simplemente se quedó mirándola fijamente sin entender. Ella le levantó la camisa y se sorprendió al ver que sólo llevaba una prenda. Lo que no le sorprendió fue ver que al hombre le habían apuñalado en el abdomen. La sangre ya lo había dejado claro. Al menos, la herida estaba hacia un costado. Los órganos que había ahí eran menos importantes que los que hubieran sido afectados por una puñalada frontal. "No parece demasiado grave, pero tenemos que detener la hemorragia. ¿Puede usted sentarse y quitarse la camisa?"
Él siguió limitándose a mirarla, así que ella le arrastró un poco la camisa para apretarla alrededor de la herida. El hombre asintió y dejó que ella le ayudara a sentarse. El gato los miraba atentamente, pero había dejado de sisear y de maullar.
El hombre soltó el libro cuidadosamente y se contrajo de dolor mientras alzaba los brazos. Mary le sacó la camisa por la cabeza, y la usó para hacerle un vendaje. No perdió el tiempo en maravillarse ante el extraño material, aunque tomó nota para pensar más tarde en ello. En un tono agradecido, él dijo algo que ella no entendió.
"De nada," murmuró Mary.
"Aquí estamos. Ya casi hemos llegado." Mary se había pasado el brazo del hombre sobre sus hombros para ayudarle a caminar hacia el claro donde estaba su casa. No pudo evitar fijarse en su complexión musculosa y su piel suave. Aunque siempre fue delicado con ella, James era recio y duro. Al parecer, este extraño desconocido se había puesto fuerte sin necesidad de cortar leña ni desbrozar el bosque.
El hombre tropezó, pero ella le cogió antes de que se cayera. Él dijo la misma cosa incomprensible de la última vez, pero su tono parecía de disculpa. "No tiene por qué disculparse, señor. Si me hubieran apuñalado a mí, no lo habría hecho ni la mitad de bien que usted. Aunque sospecho que un hombre tan fuerte como usted me hubiera llevado en brazos." Eso hizo que se imaginara los brazos del hombre rodeándola, un placentero pensamiento que apartó de su mente de inmediato. Había pasado mucho tiempo desde la muerte de James, pero no era el momento de pensar en esas cosas.
Antes, en el lugar en el que Mary había encontrado al hombre y había hecho que se pusiera en pie, su gato se había adentrado silenciosamente en el bosque, desapareciendo sin dejar rastro. Ahora reapareció de nuevo en el claro donde estaba la cabaña y los siguió. Su pelaje era principalmente negro, con las zarpas y la punta de la cola blancas. Alrededor de los ojos también tenía un pelaje blanco, como la máscara de un mapache pero invertida. Aunque Mary no era una experta en gatos, nunca había visto uno con esas características.
Entraron en la casa, y Mary ayudó al hombre a sentarse a la mesa. "Tengo que limpiarle esa herida y vendársela mejor. Luego podrá tumbarse y descansar."
El hombre posó su libro sobre la mesa y no se quejó mientras ella le desataba la camisa y limpiaba su herida con un paño húmedo. La herida era redonda, como si le hubieran apuñalado con un clavo o un arpón, no con un cuchillo. Le había curado a James todo tipo de lesiones, así que tenía buena mano para estas cosas, pero el hombre se dolía y gruñía más de lo que lo hacía James. Al parecer, tenía menos experiencia como herido que ella como sanadora de heridas.
Mary le puso un vendaje apropiado y le ayudó a acostarse en el suelo, en su propio jergón. Le tapó con una cálida manta, sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro. "Descanse un poco. Por la mañana le echaremos otro vistazo."
El hombre dijo algo en su idioma. ¿Era alemán? Mary no sabía nada de alemán. Luego él cerró los ojos. El gato se acurrucó junto a él.
Mary se levantó y se miró. Tenía sangre del hombre en su vestido y en su delantal. La cabaña consistía en una sola habitación y no había ningún sitio para cambiarse en privado. Pero él tenía los ojos cerrados. Ella le dio la espalda y se quitó rápidamente el delantal y el vestido. Sintió alivio al ver que la sangre no se había filtrado hasta su sayo. Se puso otro vestido y volvió a girarse. El hombre seguía en la cama, pero ahora la miraba. Extrañamente, no se sintió avergonzada por haber sido vista en ropa interior. Por supuesto, se había bañado sin problemas con James antes de casarse. Apartó con rapidez esos pensamientos de su mente y movió la mano para sugerirle al hombre que cerrara los ojos. Él obedeció.
Su libro todavía estaba sobre la mesa. Se acercó y lo miró. Había una palabra en la cubierta, pero las letras eran símbolos que no pudo reconocer. Lo abrió distraídamente y vio que estaba escrito con las mismas letras ininteligibles. Se encogió de hombros y se dispuso a continuar con su día.
El desconocido seguía durmiendo después de la cena. Mary había preparado comida suficiente para los dos, pero prefirió no despertarlo. Ahora que se había puesto el sol, era hora de que ella también durmiera. Se quedó a los pies de su jergón y miró al hombre que dormía profundamente. A pesar de lo que le sugerían sus deseos y anhelos, Mary no iba a dormir en el mismo jergón que ese desconocido. Tras extender varias pieles y ropa por el suelo, miró al hombre, luego miró a la pistola de chispa que colgaba de la pared, y volvió a mirarle a él. Encogiéndose de hombros, cogió la pistola y la dejó junto a su colchón improvisado. Luego se acostó mirando hacia el hombre y se quedó dormida rápidamente.
Se vio a sí misma fuera de su casa, en el claro. Vestía unas ropas coloridas a juego con las del desconocido, y se maravilló por lo suaves y cómodas que eran. Comprendió por qué él no llevaba ropa de lino bajo esas prendas. Esas prendas eran mucho más cómodas que el propio lino.
Escuchó un gruñido a su espalda, y se giró sobresaltada. Un gato enorme, tal vez lo que James hubiera descrito como un "león de montaña," merodeaba tras ella. Mary gritó y buscó la pistola de chispa, pero no la tenía consigo.
"¡Abajo, Cazador!" Era la voz del desconocido. Tenía un marcado acento, pero pudo entenderle. El hombre prosiguió, "Ella me ha protegido. Tú harás lo mismo con ella."
Mary no apartó su mirada del animal, pero su miedo cedió lo suficiente como para darse cuenta de que el pelaje de la bestia era como el del gato doméstico del hombre. El animal le dirigió un "miau" de tanteo y se tumbó sobre sus zarpas. Detrás del gato, Mary vio al hombre. Llevaba sus coloridas ropas, pero ya no estaban manchadas de sangre. "¿Cómo...?" No estaba segura de qué preguntar.
"Estás soñando, querida. Quería darte las gracias por haberme ayudado. En el lugar del que vengo, ese tipo de amabilidad no es algo habitual."
"¿Eres de Europa?"
El hombre sonrió. "No sé dónde está Europa, pero te aseguro que vengo de muchísimo más lejos."
Mientras le miraba, Mary se preguntó tontamente por qué tenían que estar vestidos en este sueño. El hombre parpadeó y se puso colorado. Ella se tapó la cara con las manos. "Espera, ¿acabas de escuchar lo que estaba pensando?"
"Perdóname, Mary. Puede que esto te resulte difícil de creer, pero éste no es solo tu sueño. Los tres, sí, incluido mi gato, Cazador, estamos compartiendo el mismo sueño. Soy Troi, la persona que ahora mismo está durmiendo en tu jergón, y todos recordaremos esto cuando nos despertemos."
"¿Esto es alguna especie de brujería?"
"No, Mary, no es brujería, aunque sí es mágico. En mi mundo soy un Maestro del Sueño, y puedo hacer muchas cosas dentro de los sueños de las personas."
"¿Cosas como invadir mi sueño y leerme la mente?"
Él frunció el ceño. "Te pido disculpas por haberte violentado así. Te dejaré que duermas."
"No, espera." Ella le miró fijamente. En voz baja, le preguntó, "¿Qué más puedes hacer?"
"Para empezar, te he enseñado mi idioma. Seguirás sabiéndolo cuando te despiertes."
"¿Significa eso que podré leer tu libro?"
Él asintió, pero arrugó la frente. "Serás capaz de hacerlo, pero me temo que no podrás usarlo. La magia del libro sólo funciona con personas de mi mundo."
"¿Y qué más?"
"Puedo aumentar extraordinariamente la capacidad de un cuerpo para sanarse mientras duerme."
"¿Quieres decir que te estás curando tú solo?"
"Sí, estoy bien, en gran parte gracias a ti."
"Me alivia escucharlo."
"También puedo enseñarte a volar en tus sueños como un pájaro. ¿Te gustaría subir a las alturas, Mary?"
Mary miró al cielo. "A todo el mundo le gustaría volar."
Él estiró la mano y dio un paso hacia ella. "Entonces toma mi mano."
Sin dudarlo, ella le cogió de la mano. Los dos empezaron a elevarse del suelo, flotando en el aire. Mary se sentía llena de emoción, asombro... y deseo.
"Estoy intentando no leerte el pensamiento, Mary, pero lo estás diciendo prácticamente en voz alta."
Esta vez fue Mary la que se sonrojó. Bajó la mirada hacia el claro que rodeaba su casa y siguió el sendero que llevaba hasta el lejano pueblo. Entonces encontró el árbol de James. Se quedó mirándolo un rato antes de murmurar, "Lo siento. Estoy segura de que a tu esposa no le gusta que sueñes con jóvenes y calenturientas viudas."
Con tristeza, el hombre respondió, "No tengo esposa, Mary. Y, aunque la tuviera, ya no importaría. Mi vida está acabada."
Impresionada, Mary le miró. "¿Qué? ¿Por qué?"
"Enfadé a una persona muy importante de mi mundo, y una de sus ejecutoras intenta darme caza. No seré capaz de detenerla."
Temerosa, Mary preguntó, "¿Fue ella la que te apuñaló?"
"Sí."
"¿Cómo conseguiste escapar?"
"No he escapado. Está pisándome los talones." Mary miró hacia atrás con miedo. Pero lo único que vio fue a un halcón planeando. Troi continuó, "No, todavía está en mi mundo, pero pronto llegará aquí. Mi mundo se mueve más lento que el tuyo. Aunque ella sólo tardará un instante en seguirme hasta aquí, aquí habrá pasado un día entero."
Todo eso era completamente fantástico e increíble, pero no más que volar. Y había cosas más importantes que hacer que ponerse a cuestionarlo. "¡Tenemos que conseguir que escapes!"
Él sonrió con calidez. "Gracias, Mary. En tu corazón puedo ver que te estás planteando dejarlo todo en un intento desesperado de llevarme a un lugar seguro. Pero no hay ningún lugar seguro. La ejecutora me encontrará, vaya donde vaya. Fui un idiota al intentar escapar."
"¡Tenemos que intentarlo!"
Con firmeza, Troi dijo, "No. Eso sólo conduciría a que tú también perecieras conmigo."
Mary miró al árbol de James y buscó el claro en el que había encontrado a Troi. Estaba vacío. "¿Ella ya está aquí?"
"No, todavía no. Llegará pronto."
"Troi, quiero despertarme."
Mary abrió los ojos. Estaba saliendo el sol, y su luz se filtraba en la cabaña. Se levantó y descubrió a Troi sentado en el jergón y quitándose el vendaje. Tenía una costra, pero parecía estar curándose bien. Él sonrió, "Hola, Mary."
Había hablado en su propio idioma, pero ella lo entendió. "El sueño fue real, ¿verdad?" preguntó Mary.
Él asintió. "Sí, fue real."
"¿De verdad que no puedes escapar de esta 'ejecutora'?"
El hombre se levantó y dijo, "Sus habilidades son legendarias."
Ella miró fijamente su musculado pecho. En voz baja, preguntó, "Antes de que te vayas... ¿me... darías...?"
Troi se acercó a ella, la estrechó entre sus fuertes brazos, y la besó. Mary presionó su cuerpo contra el del hombre mientras el deseo reprimido la invadía. Esos labios suaves. Su aroma, como de flores. El duro bulto de sus pantalones que sentía contra ella. Se notó cálida por dentro. No. Se sintió caliente, como si se estuviera quemando.
Aunque sus labios estaba sellados, Mary cerró los ojos y gimió involuntariamente. Troi presionó con su lengua contra los labios de ella y luego se la introdujo en la boca. Los ojos de Mary se abrieron de golpe por la sorpresa. James nunca había hecho algo así. Pero Troi simplemente siguió besándola. Tímidamente, ella tocó su lengua con la suya, y luego le besó con más intensidad, jugando con la lengua del hombre.
Troi bajó la mano y le estrujó el trasero a través del sayo. Ella respondió con otro gemido y apretó sus muslos con más fuerza contra él. La presión hizo que le temblaran las rodillas. Él le levantó el sayo, así que Mary se apartó un poco y alzó las manos por encima de la cabeza. Troi le quitó el sayo y lo tiró a un lado, dejándola desnuda frente a él. Algo triste porque esto se acabaría pronto, Mary se tumbó en el jergón y se abrió de piernas. Esperaba que Troi se quitara los pantalones y la penetrara, como solía hacer James. Le encantaba la sensación, pero deseaba que pudiera durar más tiempo.
Troi se quitó los pantalones, dejando al descubierto un gran miembro erecto y macizo. Se colocó sobre ella y la besó otra vez, pero no se la metió. En vez de eso, le besó la mejilla y luego la base del cuello. Eso le envió escalofríos por la espalda e hizo que volviera a gemir involuntariamente. Él se deslizó hacia abajo, besándola sin parar, hasta llegar a besarla entre los pechos. Estaba claro que en el mundo de Troi hacían las cosas de otra manera, y a Mary le gustó.
Le cubrió los pechos con las manos y acarició sus pezones, estrujándolos entre sus dedos índice y pulgar. Mary jadeó. ¿Cómo sabía Troi hacer eso? Él siguió acariciándole un pezón mientras colocaba sus labios sobre el otro. Se lo chupó con delicadeza y lo toqueteó con su lengua. Mary no sabía qué hacer, aparte de gemir más alto y disfrutar.
Troi siguió descendiendo por su cuerpo, y lamió suavemente su ombligo. Mary no sabía qué esperarse. Seguramente no iba a ir más abajo, ¿verdad?
Él fue más abajo.
Troy separó delicadamente sus labios con los dedos y lamió la piel que quedaba al descubierto. "¡Oh Dios mío!", exclamó ella. No había sentido nunca nada igual. Y era bueno, muy bueno.
Mary bajó la mano y se abrió las piernas todo lo que pudo, dándole más espacio a Troi. Él siguió lamiendo ese preciso punto de su cuerpo, lo que hizo que ella se retorciera y se sacudiera de placer. Luego le metió un dedo y lo dobló hacia arriba para tocar un punto que ella ni siquiera sabía que tenía. Troi lamió y metió y apretó y la hizo gritar... en un buen sentido.
El cuerpo de Mary se puso tenso y luego se estremeció como nunca lo había hecho con James. La sacudieron incesantes oleadas de placer, y emitió todo tipo de sonidos guturales. Cuando Troi paró por fin, ella se quedó tumbada, jadeando en busca de aliento, sintiéndose mejor que nunca en su vida.
"¿Cómo sabías... cómo sabías que tenías que hacer eso?"
Él sonrió. "En mi mundo, nos decimos lo que queremos."
Ella soltó el aire. "¿Y cómo saben las mujeres que quieren eso?"
Troi volvió a sonreír. "Bueno, ahora tú ya lo sabes..."
Mary se alzó sobre sus codos y le miró. Él seguía ahí abajo, entre sus piernas. "¿Y qué quieres tú?"
"Quiero tumbarme boca arriba, mientras tú te pones encima de mí."
Ella se sentó y dijo emocionada, "¡Enséñame!"
Troi gateó sobre el jergón y se acostó boca arriba. Su miembro seguía erecto y se alzó imponente. "Ponte de rodillas y móntame a horcajadas para que mi polla se acerque a tu coño."
Mary no reconoció esas palabras, pero comprendió su significado. Hizo lo que le decía y pronto su... polla... presionó contra su... coño.
"Ahora elévate, colócala con tu mano, y baja para metértela. Hazlo todo lo rápido o lento que quieras." James nunca quería hacerle daño, pero a veces, cuando se la metía, iba demasiado deprisa. Que ella tuviera el control de la velocidad era... ese mundo de Troi debía de ser un lugar realmente interesante. Mary se alzó, le colocó bien, y se la metió con suavidad. Los dos gimieron. "Eso es, Mary. Métetela más. Entera. Hasta el fondo."
¿Más? Vale. Ella bajó un poco más, metiéndosela aún más dentro. Amaba a James, y nunca se sintió violada por él, pero de esta forma todo era mucho más cariñoso y amable que como con él. Mary descendió hasta que su entrepierna chocó contra la de Troi. Esa presión en el punto exacto hizo que gimiera otra vez.
"Ahora sube y baja." Esto sí que lo entendió. Era lo mismo que hacía James, sólo que ahora era ella la que tenía el control. Empezó a moverse arriba y abajo, haciendo que él la penetrara una y otra vez. Al principio lo hizo despacio, pero fue aumentando gradualmente la velocidad. Troi le agarró el trasero, y empezó a tirar y a empujar para ayudarla a moverse. "Arquea la espalda, Mary. Haz que tus tetas se pongan a botar."
De nuevo, Mary entendió el término por el contexto. Aceleró el ritmo, haciendo que la penetrara mientras arqueaba la espalda y hacía que sus tetas rebotaran. Él se quedó mirándolas fijamente con gesto cautivado mientras ella gemía. Aunque Mary acababa de llegar al clímax, notó que estaba a punto de llegar otra vez. Nunca había llegado dos veces tan seguidas. Sus gemidos aumentaron de volumen, igual que los de él. Botó más y más rápido, más y más fuerte. Sintió que el cuerpo de Troi se tensaba. El suyo también.
Y, de repente, su polla estaba palpitando dentro de ella mientras su coño se contraía a su alrededor. Se lanzó hacia abajo una vez más para metérsela por completo mientras él explotaba en su interior. El pelo de Mary estaba empapado, y se le cruzaba por la cara. El sudor le corría por la frente hasta los ojos, y también por toda la espalda. Troi alzó las manos, la sujetó por los hombros y bajó la cabeza de Mary para acercar sus labios. Siguieron besándose, con su miembro aún dentro de ella, durante mucho, mucho tiempo.
Finalmente, él la ayudó a rodar sobre su cuerpo y se la sacó. Mary se quedó tumbada, agotada, y le sonrió. "Santo Dios de los Cielos, Troi. No sabía que pudiera ser así."
Él se limitó a devolverle la sonrisa.
"¿De verdad tienes que marcharte?"
Troi asintió.
Mary frunció el ceño. "No quiero que te vayas."
"Nadie quiere abandonar a una bella mujer, Mary. Nunca. Pero a veces tenemos que hacerlo."
"¡Iré contigo! Ella..."
Troi le tocó suavemente la cara y meneó la cabeza. "Duerme, Mary. Aprecio tu gentileza, y no caerá en saco roto."
Mary cerró los ojos y se quedó dormida.
Troi se sentó con las piernas cruzadas en el lugar del portal y esperó. El portal se abrió, y la ejecutora del pelo verde salió rebotada a través de él. Aterrizó encogida y con su lanza preparada. Troi se limitó a levantar la mano y dijo, "Paz. Iré sin resistencia."
Ella miró a su alrededor, no encontró a ningún atacante y se relajó un poco. "Entonces ven."
Él se levantó y se acercó a ella. Era mucho más alto, pero la diferencia de altura no era algo que importara. "He visto los planes del Monarca. No acaban bien para ninguno de nosotros."
Enfadada, la ejecutora respondió, "Le has traicionado, y morirás por ello."
Troi asintió. "Sí, debo morir. ¿Puedo conocer el nombre de mi verdugo?"
"Me llamo Xara."
Mary se despertó. Había dormido, pero no había soñado. El día estaba muy avanzado, y ella estaba bien arropada por la manta. Cazador, el gato, se acurrucaba a su lado y dormía plácidamente. Salió del lecho, recogió su sayo y volvió a ponérselo. Troi se había marchado, eso lo sabía. No le conocía lo bastante como para guardarle duelo, pero le echaría de menos.
Se acercó a la mesa y vio que se había dejado su libro. Ahora que ya entendía ese idioma, pudo leer el título.
"Morpheus."
Fin